Evaluación Critica
Evaluación Critica
El cumplimiento de los objetivos
establecidos se ha alcanzado de forma parcial. Se observa una mejora
significativa en la percepción de seguridad por parte de la comunidad y en la
capacidad para resolver conflictos menores de forma más ágil, lo cual evidencia
un fortalecimiento en la proximidad policial y el vínculo con los vecinos.
Sin embargo, no se cuenta con evidencia
sólida que demuestre una reducción efectiva en delitos graves como robos con
violencia, homicidios o crimen organizado. Esta limitación se debe en parte a
la falta de una línea base comparativa y a la inexistencia de datos confiables
y sistemáticos que permitan evaluar el impacto real de la intervención.
Limitaciones
estructurales
La implementación ha estado condicionada
por una serie de debilidades estructurales. Entre las más relevantes destacan:
la carencia de datos comparativos previos que impide hacer análisis
longitudinales, la baja capacidad técnica de los equipos encargados del
monitoreo y evaluación, y la escasez de recursos económicos y humanos, lo que
restringe el alcance territorial y temporal de las acciones implementadas.
Estas falencias limitan la sostenibilidad del modelo y su capacidad de
replicabilidad.
Elementos
funcionales y fallidos
Entre
los aspectos funcionales que han demostrado eficacia se incluyen: la
visibilidad local del equipo en territorio, la atención inmediata ante
situaciones de riesgo, la cercanía con la comunidad y la aplicación de
estrategias de prevención situacional. Estos factores han contribuido a generar
confianza entre los actores sociales y han permitido resolver problemáticas
cotidianas con mayor rapidez.
No obstante, persisten elementos fallidos
que comprometen la efectividad a largo plazo. La falta de indicadores claros de
desempeño y resultado, la ausencia de un sistema de monitoreo sistemático y
continuo, así como la desconexión con políticas públicas nacionales de
seguridad, dificultan la consolidación de los logros alcanzados (CGR, 2024; El
País, 2024; Delfino, 2024).
Recomendaciones
estratégicas
- Diseñar un sistema de seguimiento
riguroso: Es fundamental establecer indicadores
específicos que permitan medir la evolución del programa, tales como el
número de denuncias por tipo y zona geográfica, la percepción ciudadana de
seguridad, los tiempos de respuesta ante incidentes y la reincidencia
delictiva.
- Realizar evaluaciones de impacto formal:
Para obtener evidencia robusta sobre los efectos de la intervención, se
recomienda establecer una línea base clara, definir indicadores locales y
aplicar evaluaciones periódicas que incluyan métodos tanto cuantitativos
como cualitativos.
- Capacitación y tecnología:
Se debe fortalecer la capacidad operativa del equipo mediante la inversión
en herramientas tecnológicas como sistemas de videovigilancia, plataformas
de comunicación digital y actualización constante de protocolos de
actuación.
- Fortalecer la participación ciudadana:
Es clave promover la conformación de comités locales de seguridad
ciudadana, integrados por líderes comunales, organizaciones civiles y
representantes institucionales, que fomenten la corresponsabilidad en la
prevención del delito.
- Mejorar la articulación
interinstitucional: La formalización de convenios de
cooperación con entidades como la Fuerza Pública, el Ministerio de
Justicia y el Ministerio de Seguridad permitirá una actuación más
coordinada y con mayor respaldo legal y operativo.
- Integrar un enfoque de inversión social:
La seguridad debe abordarse desde una perspectiva multidimensional, que
incluya programas de empleabilidad, actividades deportivas, culturales y
de promoción de la salud como mecanismos de prevención primaria,
especialmente en zonas vulnerables (Contraloría, 2025).
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